Al releer el poemario “Andrógino ciego” (Cocolo Editorial, 1998), del metapoeta y psicoanalista dominicano Jorge Piña, sentí que el autor se convertía en paciente y yo en psicoanalista. Jorge Piña cambia los roles: al escribir su poesía se expresa en un torrente de sensaciones intimísimas, mostrando la microhistoria de sus pesadillas eróticas y sus abismos oníricos y existenciales, a la vez que instituye al lector como su terapeuta psíquico. Como lector devenido accidentalmente en psiquista, intuyo, en el arsenal expresivo que Jorge Piña pone a mi disposición, la complejidad de sus visiones, de sus delirios metalingüísticos y de sus angustias cotidianas. Es el hombre reducido a la dualidad del ser: soñador y real –empuñando el verbo en su condición de flor y espina-, amante y odiador –O(h) dio(s)-, pleno del Eros en el vacío del Thanatos. Eros, Vita, Lumen… el andrógino ciego que ve más allá del horizonte de la vida a pesar de su ceguera pasional y de su egotismo amatorio, el sujeto henchido de toda la insania escuchada arrojándola brúscamente en el lenguaje del poema.
Carlos Reyes. 16-5-2013
— with Jorge Pina.
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